lunes, 29 de julio de 2013

Grafitos históricos (18). Una pizarra sumergida en La Pueblica (Zamora)

Por José Miguel Lorenzo Arribas
Se ha vinculado con la iglesia de San Pedro de la Nave una inscripción que yace ahora bajo los millones de metros cúbicos de agua del pantano del Esla, en la provincia de Zamora. Dicho testimonio se reproduce en un documento, y además se conservó en la memoria de algún natural de esas tierras. No siempre hay tanta suerte. Veamos.
En un vuelto de la guarda del Libro de la Cofradía de San Blas y Santa Basilisa en San Pedro de la Nave, encontramos autografiada esta «nota o advertencia» de 1917 de puño y letra del párroco de aquel entonces, escrita con posterioridad a la escritura del contenido propio del volumen:
Del otro lado de la barca, cerca del embarcadero, sobre la peña viva y lisa por el desgaste de las aguas en crecidas mayores, se halla la inscripción siguiente y dispuesta de la forma y modo que sigue: que puede decir, año 821 de Jesucristo por Julián español, o el hallazgo de Jesucristo en la persona del pobre, por Julián Español, en citado año; lo cual confirmaría la historia y vida siguiente y la tradición de esta parroquia.
Esta piedra quizá se garabateó, no sabemos cuándo, durante las esperas que habían de sufrir los usuarios de la barca que cruzaba el río, aprovechando la maleabilidad de la pizarra, muy cercana al embarcadero, por cierto. Quizá conociera el párroco el origen lusitano que algunas versiones locales de la leyenda le atribuían a san Julián, lo que quedaría así subsanado por la lectura patriótica y fantástica que hace el eclesiástico de spanus. De hecho, recuerdan algunos ancianos que a ambos lados del río, cuando estaba sin embalsar (antes de 1932), figuraban dos inscripciones que se habían realizado para dejar constancia de una crecida que hubo de tener lugar en torno a 1910-1912: «Hasta aquí llegó el agua en el año tantos».
Pero en el Instituto Gómez Moreno (Granada), que custodia los papeles del ilustre investigador, se encuentra, entre los fechados en 1903, un croquis de la inscripción de Julián español, similar al que el párroco dibujará catorce años después. Lo más probable es que la misma le fuera mostrada al erudito por los propios naturales de esas tierras, preguntados por cuanto testimonio antiguo pudieran ellos dar cuenta. Quizá, también, el interés que el historiador mostrara ante la inscripción, con el dibujo in situ que hizo de ella, animaron a la feligresía de San Pedro a valorar más lo que hasta entonces era una piedra gastada donde, con suerte, podía interpretarse algo. Es decir, un resto «de una antigüedad muy grande», como reconocía, cuando hice la investigación de campo, la gente que había oído hablar de ella, o que aseguraba haberla visto.
Lo que ponía no lo sabemos, y será complicado averiguarlo. Quizá algún día la arqueología subacuática nos saque de dudas.